Juan Manuel Fernández Aparicio es Fiscal de Medio Ambiente de la Audiencia Provincial de Jaén. Pero como la mayoría de jienenses que he tenido la suerte de conocer estos días, es un hombre polifacético: también es Profesor-Tutor del centro asociado de la UNED en Jaén, además de Director del curso de verano que hoy finaliza.
¿De dónde sale la idea de organizar este curso sobre urbanismo?
La propuesta del curso partió del centro asociado de Jaén. El subdirector se puso en contacto conmigo y me comentó la idea que él tenía. Después, hablando entre los dos, se diseñó el curso.
¿Por qué es interesante un curso como este en este momento?
Yo creo que el urbanismo es un tema interesante en este momento y en todos los momentos, por diferentes razones. Una de ellas, y no es que sea la más importante, ahora que se habla tanto de la crisis, es precisamente la crisis inmobiliaria. Según algunos, el urbanismo que hemos tenido ha podido ser el responsable también de la situación en la que nos encontramos. Hemos tenido una burbuja inmobiliaria, una proliferación de urbanizaciones ilegales. Y junto a esa realidad, el urbanismo también ha tenido efectos en nuestra clase política; según manifiestan algunos medios de comunicación, en muchos casos de escándalos políticos hay casos de corrupción urbanística (como, por ejemplo, el caso Malaya, en Marbella).
El urbanismo siempre puede resultar interesante y, en particular, si lo relacionamos con el medio ambiente, como la necesidad de que un uso racional del suelo permita también respetar diferentes valores, y conseguir al final lo que todos queremos: una calidad de vida adecuada para todos. Es decir, que el urbanismo no signifique exclusivamente una plusvalía para una minoría y unos perjuicios para el resto.
¿Y las ciudades que ya están construidas y que puedan tener defectos medioambientales? ¿Hay posibilidad de rehacerlas?
El problema del urbanismo es que es una política de hechos consumados. Uno de los mecanismos que recoge el Derecho es la demolición de lo ilegalmente construido. Y vemos que tanto en sede administrativa como en sede penal, es realmente difícil lograr ese objetivo, que es el que, en realidad, consigue volver las cosas al estado original. El debate está, a veces, en si compensa o no compensa, si es peor el remedio que la enfermedad, y si socialmente es asumible intentar volver a una situación anterior aunque se hayan cometido hechos ilícitos; y si la demolición es factible o no es factible. Si no es factible, evidentemente, lo que ya está no se puede cambiar.
El curso está dirigido a estudiantes muy diversos…
Cuando se diseñó el curso, se quiso abarcar al mayor número de destinatarios posible. Entre otras razones porque el Derecho urbanístico está a caballo entre diferentes disciplinas; no solamente intervienen juristas, sino que también intervienen técnicos, arquitectos, ingenieros,… Y esto pone de manifiesto la complejidad de la materia, porque al jurista a veces le falta la parte técnica y al técnico le falta la parte jurídica. Al diseñar un curso en donde se intentan tocar todos los aspectos, provocamos que el debate surja ente unos y otros y que, precisamente, eso facilite que cada uno exponga su problemática y que lo intente aplicar de la mejor manera posible. Además, igual que hay alumnos que son técnicos y otros que son juristas, también hay ponentes que son juristas y otros que son técnicos.
¿Y realmente ha surgido ese debate?
Sí, está surgiendo. Seguramente durante la última ponencia del miércoles sea el momento más idóneo para llegar a conclusiones y hacer una puesta en común. A lo largo de cada ponencia se van realizando preguntas, cada vez más, y las realizan tanto juristas como técnicos. Yo, por ejemplo, que soy jurista, he intentado (al saber que tengo técnicos delante) explicar los conceptos jurídicos de una manera más comprensible, no dar nada por sabido. Y lo mismo les ha pasado a los técnicos. Porque si no, no logramos entendernos.
Fernández Aparicio termina la entrevista con elogios merecidos a la organización de estos cursos. “Celebrar un curso de verano en Alcalá la Real es realmente un lujo, y hay que agradecer al Ayuntamiento que haya facilitado la realización de estos cursos”. Esperemos que en sucesivas ediciones, esta buena costumbre siga así. Que esta hermosa e interesante ciudad fronteriza siga acogiendo a los Cursos de Verano de la UNED.